
viernes, 8 de junio de 2012
QUEMADURAS DE TERCER GRADO.
Si yo fuera López Dóriga, Marín, Maerker, Trujillo, Ciro Gómez, Leopoldo Gómez y especialmente Adela Micha y Carlos Loret estaría bastante encabronado.
Encabronado y humillado, sabedor de que presumo de mis tablas y mi oficio periodístico, si yo fuera cualquiera de ellos estaría reprochándome el haber permitido que el jodido programa del miércoles fuera en vivo, por que una buena edición hubiera ayudado bastante a matizar los gestos de frustración y las miradas de odio, y los exabruptos, estaría reprochándome que esas pinches ganas de gritarle no se quedaron en ganas, carajo!
Y él tan tranquilo! Robándonos minutos, comiéndose el tiempo, el cabrón se comportó a la altura y a nosotros nos ganaron las emociones, las bajas pasiones.
La misión era sacarlo de quicio, mostrarlo tal y como lo habíamos pintado la ultima década, intolerante, autoritario, malvado, bajarle esa maldita inercia que trae, y el wey nos vino a ofrecer tregua, nos vino a hablar de reconciliación no sin antes echarnos en cara ser partidarios de su oponente, en nuestra casa! En la sede de nuestro Poder! Nos acusó! Nos señaló! Y solo supimos responder con risas nerviosas y gritos desaforados... Tendría que haber sido al revés...
Si fuera alguno de ellos, de esas versiones modernas de Torquemada (que desde el Limbo mediático en el que viven se dedican a difamar, manipular, distorsionar y a juzgar al antojo y conveniencia de sus amos) traería una quemadura de tercer grado en el orgullo, afortunadamente no soy ninguno de ellos, pero esa exhibición, ese madrazo si que debe de doler.

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