sábado, 28 de junio de 2014

Y si mañana nos toca llorar que importa!

El futbol es una representación de la vida, que no la vida misma. En palabras de Valdano es es la cosa más importante de lo menos importante, cierto, pero es una cosa de la cual podemos aprender mucho, a la que amamos imponderablemente los que la amamos y a la que odian ciegamente los que la odian, indiferencia hacia la cosa, nunca.

Dentro del rectángulo verde, donde se dirimen las guerras en pantalones cortos, existen muchas maneras de llegar al éxito, de ganar partidos y levantar copas, ese universo verde de 90 metros de largo al que rodea otro universo paralelo hecho de cemento con el cual coexiste y sin el cual no podrían existir ambos, es un universo pasional, duro, inmenso a pesar de ser finito, bien definido, inverosímil, trágico y bello; tiene la virtud de devolvernos la infancia durante 90 minutos más el agregado, gracias a esto y a aquello adquiere vida propia y ya sea en la grada o en casa frente al televisor por breves instantes somos parte de él, nos empapamos de su esencia. El aficionado, el hincha tiene la permanente ilusión del triunfo aunque pocas veces lo consiga, en pos de esto los encargados de darle esta alegría harán uso de los métodos a su alcance para lograrlo.

He aquí la disyuntiva, en el universo balompédico como en la vida, forma es fondo.

Mañana topamos con el mismo muro que hace veinte años, la última frontera del TRI, 90 minutos de sufrimiento, de nervio, de angustia y ansiedad, 90 minutos de ilusión, la diferencia creo yo, radica en las formas y métodos que se han empleado para llegar hasta acá, las cuales son las mismas que alimentan
la confianza, que fortalecen el derecho que todo el que siga este  deporte tiene a soñar, un equipo que es equipo, que no depende de individualidades, con hambre y actitud, por que como dice un amigo "si no hay actitud,no hay nada", por que importa más la manera de llegar que el llegar en sí, por que la forma nos ha enamorado, por que este equipo juega, saber jugar, sufre, ha sabido sufrir y tiene huevos, por eso por tres partidos jugados a full, con honradez, con estilo, con amor, si nos toca llorar mañana que importa!!!

...Pero reiremos creo yo...

miércoles, 23 de abril de 2014

Se nos mueren los héroes.

El siglo XX poseía grandes cualidades, una de ellas es que tenía la capacidad de engendrar héroes, auténticos seres humanos con la capacidad, el aura, la genialidad para cambiar al mundo, para inspirar a las masas, para guiarlas. Como todos los mortales ellos, ellas tienen un tiempo de caducidad en la tierra, son, fueron perecederos, sin embargo aún en una época que no contaba con los avances tecnológicos con los que hoy contamos, en una época en que la noticia gateaba, sus hazañas eran conocidas, admiradas, y ello era el catalizador de los grandes cambios. Hoy la noticia vuela a velocidad de la luz, pero eso lejos de ayudar parece perjudicar o desvanecer en una inmensa nube de polvo, de basura mediátca, la obra, la hazaña el discurso de los héroes en este siglo XXI.
     Se nos han ido de apoco los Monsivais, los Kapuscinskis, los Saramágos, los Mandela, los Reed, los Lennon, los Harrison, recientemente se nos fue el gran Gabo, nadie toma la estafeta, o por lo menos yo no lo distingo. A estas alturas del siglo pasado ya existía Pancho Villa, Zapata, Lennin, más tarde tendríamos muralistas en México, tendríamos en otros lados a Picasso, Dalí, Sartre, al Che, ¿Dónde se encuentran sus pares actuales? ¿Qué estamos haciendo mal en el mundo como para evitar  que asomen la cabeza?  

Hace un par de semanas perdí a una heroína personal, mi abuela falleció a los 95 años, fue una joya del siglo XX, una pieza perfecta de su tiempo que todavía dio para iluminarnos con su eterna sonrisa 14 años de este siglo sin alma y no dejo de preguntarme si estamos destinados a seguir perdiendo a nuestros héroes hasta que no quede uno y de alguna manera con nuestras redes sociales, nuestros teléfonos inteligentes y toda nuestra tecnología, al final y frente a un ordenador nos quedemos irremediablemente solos y desamparados.

Francisco J. Arango.

23 de Abril de 2014.

jueves, 6 de marzo de 2014

El progreso siempre llega tarde.

Fue la frase que Fredo, en la inolvidable "Cinema paradiso", receta a Toto cuando sustituyen el proyector del viejo cine por uno a prueba de incendios, el viejo había perdido la vista a raíz precisamente de un incendio en el antiguo proyector. La frase se volvió una de las máximas favoritas de mi familia, la repetía mi padre con bastante humor negro y la repetimos mi hermano y yo, a manera de homenaje y con el más profundo amor. Curiosamente el fin de semana pasado volvimos a un pueblo que vio pasar infinidad de fines de semana y vacaciones familiares, Cuautla, la casa de descanso de los abuelos maternos fungía como punto de reunión de la familia que más tarde ni por costumbre se volvió a reunir, ahí se equivocó Juan Gabriel por que la costumbre en este caso nunca fue mas fuerte que el amor, (tal vez viendo esta situación mi querido padre insistió que mi compañero de apellidos y código genético también lo fuera de vida, lo logró, el tipo es mi mejor amigo) pero volviendo al tema del tropical pueblo morelense, donde aprendí a jugar dominó y tome mis primeros rones y escuché contar interminables historias de la Revolución Mexicana y el nacimiento del Sindicalismo de Don Pedro, no el brandy, mi abuelo, regresando a eso les platico que regresamos, ya no a la casa familiar, vendida hace poco, llegamos al hotel en que todas las tardes mis abuelos, ancianos, con 50 años de matrimonio a cuestas y felices iban a jugar el mentado dominó y a tomarse unos tragos, y a platicar y a recordar, ahí de noche en mi cuarto me visitó de nuevo el mágico "Cinema paradiso" con su aún más mágico score producto del genio de Ennio Morricone, prendí la televisión y nos volvimos a ver, la amo y la odio, la maldita película tiene un efecto impresionante en mis fibras más sensibles, y la música peor, todas y cada una de las veces que la he visto, a partir de la muerte de Francisco Senior, lloro como un niño, esta no fue la excepción; la razón, la obra de Tornatore era de las predilectas de mi padre, le evocaba a su propio pueblo natal, Tuxtepec, Oaxaca, y a la fascinación que siempre sintió por el séptimo arte y rentaba(cuando existían los grandes videoclubes comerciales en los años noventa)la citada película, esos días de felicidad infantil en el cuarto de mis padres fente a un televisor viejo y un reproductor de cintas Betamax fueron de los más felices de mi vida, ver a Toto descubrir el cine, salvando Fredo del incendio, creciendo, enamorándose por primera vez, con el corazón roto después, dejando su pueblo para vivir y triunfar en Roma y regresando al pueblo para el funeral del viejo, del padre que no tuvo en los brazos del mío propio, del mejor, del maestro, del amado progenitor fueron instantes de magia pura, el sábado pasado, por la noche rodeado de mi familia, que ya dormía, en el pueblo donde tantas veces fuimos tan y tan felices, frente a un viejo televisor, volvió la magia. "El progreso siempre llega tarde" dijo el viejo, el ciego Fredo, repetimos la frase a manera de mantra los Arango, cierto, pero quien chingados necesita del progreso cuando llegas a un lugar donde se detiene el tiempo y te vuelves a sentir un niño mirando y admirando al gigante que te procreó y que te sigue dando lecciones desde el más allá. Francisco J. Arango.