jueves, 4 de abril de 2013
Seis meses.
Cuando te encontré de nuevo, un soleado día de septiembre, tan linda, tan sonriente, tan alta con esos tacones de 15 centímetros, supe que mi vida daría un giro, que cambiaría para siempre, tuve miedo, me impresionaste y lo notaste, tiempo después te confesaría mi impresión, cinco años puede ser una vida o un segundo, en mi caso fueron ambos, el camino rumbo a tu encuentro se me hizo eterno, lleno de nervios, sudaba, transpiraba, nunca dejé de amarte.
Un fuerte abrazo fue el preludio de una tarde de esas que te marcan la vida, después de un mes de escuchar tu voz, de imaginarte, estabas ahí, por fin ahí.
Lo demás es historia sabida, los más lindos meses de mi vida, los más dulces, los más agrios, como suele pasar cuando se anhela algo tanto, la inmadurez y mi propensión a asfixiar lo que amo hicieron de nuevo de las suyas, me confieso un adolescente de 31 años, me dueles, pero me duelo más yo, por que esa linda tarde de septiembre descubrí que mi corazón lo regalé otra linda tarde pero de enero en esa misma plaza donde te besé por primera vez y te volví a besar el día de aquel reencuentro, pude percatarme que traías ahí mi corazón que no era mio sino una parte de mi, empeñada con la promesa de algún día buscarte y encontrarte para robar el tuyo.
Hoy me lo devuelves en pedazos, tengo un corazón roto, pero tengo un corazón, me duele, pero es mío, por fin está acá, en su sitio, tal vez es lo que me hacía falta para continuar mi camino, te vas, es justo, pero sabes que siempre que lo necesites ahí estaré, por que algo me dejas, aparte del corazón roto una gran lección de vida, haz sido una vez más el catalizador de un cambio en mi.
El destino puede que nos reúna una vez más, no se bajo que circunstancias, lo que si sé es que te encontrarás una mejor versión de mi.
Lo voy a decir una última vez: Te amo!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario